lunes, 28 de octubre de 2013

“ Usted pulsa el botón, y nosotros hacemos el resto”

Quien iba a decir que esta frase de Eastman iba a ser la definición de la fotografía actual. Las nuevas tecnologías han deteriorado por completo la magia de la fotografía, me cuesta ver ese encanto añejo y corroído en las imágenes que nos rodean día a día. 






Me entristece el abandono de las viejas costumbres; mi padre me suele decir “ ¡siempre se vuelve al pasado!”, lástima que aquí no se cumpla esto. En lugar de avanzar, la fotografía está retrocediendo a pasos agigantados; sí, cada día saldrán millones de cámaras más avanzadas y mejores y nuevos programas de retoque fotográfico, cada uno de ellos mejor que el anterior, pero esos progresos no garantizan ni mucho menos una mejor calidad. En mi opinión, hemos dejado escapar la importancia y el verdadero interés de esos recuerdos impresos en papel. Muchas ocasiones escucho estas palabras que tanto me cabrean: “ no pasa nada, eso se arregla con Photoshop”; entonces es cuando yo pienso, ¿ y cuándo no existía el Photoshop ?. Cuando no existían tantas paparruchadas de programas, es cuando de verdad se hacían las buenas fotografías, cuando el ojo del fotógrafo trabajaba a toda máquina para lograr y captar momentos únicos que harían sentir mariposas en el estómago a cualquiera. Ahora en cambio, parece un juego y en realidad dos o tres individuos saben de verdad manejar una cámara. Cualquiera tiene una amada y deseada “réflex”, se venden como caramelos; y en cada esquina te encuentras un “fotógrafo”. Es realmente repugnante el boom de esta disciplina.
Cuando un público dedica tiempo a una foto, significa que está contemplando una maravilla; en el momento en el que sientes ese algo inexplicable que te llena y transmite todo tu interior, Para mí, no hay mejor frase que pueda describir lo que es la fotografía en realidad: “ puedes enseñar a cualquiera a hacer una foto, pero para lograr que sea buena se necesita mucho más; cierta efervescencia, algo intangible. No sé explicar de qué se trata. Ese algo que hace que la gente sea buena en lo que hace. Rankin
Yo, me quedo con esto, no tengo más palabras. Creo que seríamos más “fotógrafos” con una Kodak instamatic de antaño que con los nuevos cacharros de cámaras de ahora; que más que hacer una foto parecen robots de cocina. Finalmente, no es necesario un buen equipo, ni las mejores tecnologías del mundo; lo necesario es poseer “ese algo” que hace que tus sentidos se anulen y que tus ojos se enamoren de lo que captan para seguidamente darle al “click”.

“Click” y a parte; lo que se lleva, fotográficamente hablando, me parece artificial y antinatura. Esa horrible manía de convertir los ojos en ojos irreales, que más que unos ojos de persona parecen ojos de muñecos. La obsesión por buscar la perfección en los modelos de las fotografías creando pieles aterciopeladas que jamás existirían. Dejar a un lado los defectos que son los que hacen a las personas; un diente torcido, por ejemplo. Esos pequeños detalles son los que crean fotografías perfectas, y no una piel estupenda retocada hasta la saciedad. Rechazo lo postizo frente a lo natural, que me proporciona el verdadero encanto. Esos cielos apocalípticos en HDR que consiguen que te arranques los ojos; convierten un precioso paisaje en una horterada absoluta.



Se me olvidaba, los famosos filtros que logran hacer de la foto más mediocre una maravilla; o eso es lo que creen los usuarios.  Un abuso extremo visible en una de las mayores redes sociales basada en la publicación de fotografías, llamada Instagram. Pero esto es como todo, se encuentran divinidades y completas mamarrachadas. Los smartphones han supuesto una gran influencia en el ámbito fotográfico. Más que móviles , se han transformado en las nuevas cámaras compactas del mundo. Cada vez que sale un teléfono móvil al mercado, los creadores de éstos se centran en la mejora de la cámara que incorporan; esto demuestra la importancia de la fotografía en nuestra sociedad. Retomando el tema anterior, esta nueva red social en la que millones de adictos muestran su día a día mediante fotografías realizadas con el teléfono móvil. Instagram, ha dado lugar a nuevos fotógrafos que realizan estupendas instantáneas sirviéndose únicamente de su smarthpone, lo que nos conduce de nuevo a que no es necesario un buen equipo sino un buen gusto y un buen ojo.
Por otro lado, todo esto contiene un aspecto negativo que comenté en párrafos anteriores; la explotación de la fotografía como elemento indispensable para contar nuestro día a día al restos de los usuarios, fomentada por las redes sociales en este caso.
Finalmente, lo que defiendo de Instagram es la adicción que ha creado en nuestro entorno por la fotografía, captando cada momento y cada instante en nuestros móviles para mostrar visiones únicas a los seguidores; eso sí, también habría que poner un verdadero “filtro” a muchas imágenes que son auténtica basura.
En verdad, el tema de la fotografía es un interminable circulo vicioso, en el que en muchas ocasiones me llevo la contraria hasta yo misma.

A mi parecer, en cuanto al mercado de la fotografía cualquier cosa puede vender. Es decir, “hay que saber venderse”. De todas maneras, creo que es más complicado vender una fotografía que un cuadro; ya que una imagen la puedes reproducir e imprimir por tu cuenta por muy única que sea, he aquí uno de los problemas de la fotografía en el mercado. La calidad importa más bien poco, los compradores buscan la estética de las imágenes para adornar sus casas. Hay tantos y tantísimos fotógrafos que resulta una ardua tarea abrirse camino y llegar a lo más alto.
“Al fin y al cabo la fotografía es un noventa y nueve por ciento negocio, contactos y política, y en un uno por ciento creatividad. Rankin Tristemente cierto, y hablando de política; es vergonzoso la utilización de ésta para la manipulación de los intereses. Podríamos aplicar sin ninguna duda el refrán “ una imagen vale más que mil palabras”. Cuando vemos una noticia, nuestros ojos se dirigen a la fotografía de portada de cualquier evento político; la creciente mediatización de la fotografía en el ámbito político. El morbo y la mal interpretación encabezan este tema, donde se vende lo que importa; dicho coloquialmente “ cada uno barre para su casa”. Aquí carece de importancia lo estética que resulte, la técnica utilizada o la calidad; lo que verdaderamente importa es la respuesta que suscite en el espectador.

Para terminar, como buena amante de la fotografía siento que todos deberíamos retomar las viejas cámaras para poder apreciar la verdadera esencia y encanto de este arte. El placer de sostener los carretes en tus manos, el misterio de recoger las fotos reveladas y el dulce sonido del diafragma de las cámaras antiguas; el olor de la tinta de las Polaroids, los negativos, los colores envejecidos…. Volver al origen para conocer el futuro, un ojo mecánico que encierra experiencias. No hay que hacer una foto, sino saber por qué la estás haciendo.

“Una buena obra de arte es algo que siempre recuerdas, una imagen en la que piensas cuando te despiertas. Rudolf Kicken”.


…. ¡Y click!

Por Jennifer Custodio.












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